El problema de la vivienda en América Latina y el Caribe ha permanecido en las últimas décadas debido, entre otros factores, al crecimiento de la población, de los ingresos, la migración campo-ciudad y la concentración de población en determinadas zonas urbanas. Estas observaciones son analizadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

De acuerdo con el estudio “Efectos socioeconómicos de la construcción de viviendas en la reactivación pos-covid-19”, elaborado por la Cepal, las ciudades concentran cerca del 80% de la población de la región y alrededor de 100 millones de personas viven en asentamientos informales.

Ante este escenario, el objetivo 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) está asociado a ciudades y comunidades sostenibles, donde su indicador más relevante refiere que, de aquí al 2030, se debe asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles, y mejorar los barrios marginales.

Pero es necesario tener una idea clara de lo que significa déficit de vivienda. Se trata pues de la brecha que se genera entre requerimientos por vivienda y la disponibilidad, señala informe publicado hoy en el Diario El Peruano.

La Cepal define déficit habitacional como la diferencia entre el conjunto viviendas adecuadas respecto a las necesidades de su población.

Por tanto, el déficit es consecuencia de un desajuste entre las necesidades de la población y el stock habitacional adecuado disponible.

La brecha puede estar asociada, por una parte, a un crecimiento de la población superior al crecimiento de la oferta de vivienda y, por otra, puede estar vinculado a niveles de obsolescencia de materialidad de la vivienda y a problemas de acceso a servicios.

En el Perú

De acuerdo con la Cepal, el Perú cuenta con la Encuesta Nacional de Hogares – Condiciones de Vida y Pobreza (Enaho), la cual es elaborada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La encuesta tiene una frecuencia anual, utilizándose la serie 2009 – 2019 (INEI, 2009-2019).

En este período, el total de viviendas creció de casi siete millones a más de nueve millones en toda la extensión del país. En términos de déficit cuantitativo, las viviendas adicionales requeridas pasaron de 3.8 millones en el 2009 a 3.5 millones en el 2019. Las cifras del déficit cualitativo, por su parte, se han acrecentado, aumentando de 2.2 millones a más de 2.9 millones en el mismo periodo.

Durante la última década, el principal factor sobre el déficit cualitativo ha sido la materialidad de pisos y muros, la cual ha acrecentado dicho déficit, pasando de cerca de 700,000 viviendas con este requerimiento, en el 2009, a cerca de un millón 400,000 unidades, en el 2019.

La disponibilidad de agua, por su parte, afecta a cerca de medio millón de viviendas, misma cifra de las unidades que tienen carencias tanto de agua como materialidad.

Finalmente, el hacinamiento también ha aumentado a lo largo del decenio, acercándose a las 700,000 viviendas en el 2019.

Multidimensional

El análisis de la Cepal corrobora que el déficit habitacional en la región es un fenómeno multidimensional y que una de esas dimensiones es el crecimiento económico. En este contexto, la entidad precisa que las políticas de vivienda deben diferenciar entre déficit cualitativo y cuantitativo, porque son fenómenos que se caracterizan de diferente manera.

Al respecto, ONU-Hábitat establece que las carencias de vivienda adoptan variadas formas (cualitativa y cuantitativa), por lo cual no todas ellas pueden ser resueltas mediante los mismos instrumentos.

Mientras Cepal establece que, ante la existencia de casos en que el déficit cualitativo y el cuantitativo suelen confundirse, conviene subrayar que tal confusión no proviene del diagnóstico sobre el tipo de déficit sino de la solución que se deriva de dicho diagnóstico.

“Diferenciar también implica distinguir entre los requerimientos de los distintos territorios. El déficit tiene diversas expresiones, las cuales varían conforme a las características del territorio. El desafío es que los instrumentos de las políticas de viviendas dejen la escala nacional, y pasen a una escala en la cual se reconozcan las heterogeneidades de las demandas”, precisa el estudio.

Asimismo, asevera la entidad, las proyecciones realizadas permiten reflexionar respecto al hecho de que siempre existirá un déficit.

“En la medida en que aumenta el desarrollo crece el stock de vivienda y, con ello, aumentan los requerimientos para hacer mejoras y la demanda por mantención”, señala.

Proyecciones

Según la Cepal, se estima que el déficit cuantitativo descienda durante la presente década. Particularmente, el análisis muestra que, si se considera un crecimiento bajo (0.5%), habrá alrededor de un 7.82% de déficit cuantitativo, mientras que, si el crecimiento es alto (5%), el déficit cuantitativo se encontrará cercano al 4.5% en el 2030.

Lo anterior indica que, por cada 100 viviendas disponibles en el 2030, se requerirán entre cuatro y ocho viviendas adicionales para solucionar los problemas de allegamiento y viviendas irrecuperables.

Por otra parte, el déficit cualitativo proyectado muestra que, al 2030, se mantendrá por sobre un 35%, en el caso de un crecimiento medio del producto bruto interno (PBI).

Sin embargo, en un escenario de poco crecimiento, el déficit cualitativo se encontrará alrededor del 32.9%, mientras que, si el crecimiento es alto, este disminuye hasta alrededor del 36.8%, con lo cual, al finalizar el decenio, una de cada tres viviendas, aproximadamente, requerirá mejora en el acceso a agua, materialidad o habilitación de mayores espacios.

Datos

  • Por cada millón de dólares adicionales que aumenta la demanda de productos de la construcción, induce a un gasto total que varía entre 1.48 millones y 2.26 millones de dólares, al considerar las interrelaciones con el resto de los sectores de la economía durante el proceso productivo.
  • Los efectos de la inversión en la construcción, en el crecimiento económico y en la generación de empleo deben ser considerados al momento de implementar políticas de provisión de vivienda ante la crisis derivada de la pandemia del covid-19.
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