En el fulgor de su 482° aniversario de fundación española, la ciudad despliega su esplendor, una sinfonía de paisajes e historia que cautiva a quienes se aventuran por sus calles empedradas. La contemplación de Moquegua, ese rincón estratégico entre el mar y la sierra, se revela como un deleite para los sentidos, una invitación a un viaje en el tiempo y en la naturaleza.

Plaza de Armas

En la Plaza de Armas, los gigantes ficus dan sombra a casonas impregnadas de historia, como la Casa Chocano, la Casa de la Flor y la imponente Antigua Cárcel Pública, testigos silenciosos de un pasado que susurra sus secretos arquitectónicos al visitante curioso.

Iglesia Santo Domingo

La Iglesia Santo Domingo, templo parroquial de Moquegua, alberga la veneración a Santa Fortunata, virgen y mártir del catolicismo, un espacio donde la espiritualidad se fusiona con la majestuosidad arquitectónica. La Fuente Ornamental, de estilo colonial, erguida con una altivez de 7.50 metros, personifica las tres gracias de la mitología griega, Tealía, Aglaya y Eufrósine, un tributo a la estética que enriquece la identidad de Moquegua.

Museo Contisuyo

El Museo Contisuyo, tesoro de las culturas Wari y Tiahuanaco, despliega ante los ojos del visitante piezas de cerámica, textiles y metales que testimonian el esplendor de civilizaciones preincas.

Mirador Cristo Blanco

La escultura del Cristo Blanco, majestuosamente pintada de blanco, corona la cima de un mirador turístico, extendiendo sus brazos abiertos como un cálido saludo a los visitantes que se aventuran a contemplar la panorámica de la ciudad de Moquegua. Este ícono no solo representa una expresión de fe, sino que también se erige como un guardián acogedor que guía a aquellos que emprenden la travesía para alcanzar su cima.

En el ascenso hacia esta estatua celestial, la travesía nos regala la sorpresa de coloridos paisajes que pincelan la campiña moqueguana. Cada paso en esta jornada hacia las alturas se convierte en un encuentro con la naturaleza vibrante y la espiritualidad que se entrelazan, ofreciendo a los viajeros una experiencia única que trasciende lo visual. En la cima, el Cristo Blanco no solo nos invita a admirar la ciudad desde lo alto, sino que también nos invoca a reflexionar y apreciar la belleza que se despliega ante nuestros ojos en este rincón especial de Moquegua

Museo de sitio Chiribaya

El Museo de sitio Chiribaya, por su parte, desentraña los secretos de una cultura que trabajó con el oro, exhibiendo ornamentos, cerámicas y diseños textiles que revelan su esencia única. Punta Coles, con su biodiversidad marina y su hábitat de lobos marinos y aves guaneras, se erige como una joya natural que realza la riqueza de la región.

Campiña de Moquegua

La campiña de Moquegua, a solo 20 minutos del bullicio urbano, se convierte en un vergel donde el sol, la tierra y el agua conspiran para dar vida a frutas aromáticas que culminan en excelentes piscos. La Ruta del Pisco lleva a los visitantes a las bodegas coloniales, custodias de las mejores reservas vitivinícolas de la zona.

Cerro Baúl

El sitio arqueológico de Cerro Baúl, una ciudadela amurallada de origen Wari, perpetúa las ceremonias rituales de la población andina, un encuentro con la espiritualidad que se entrelaza con las raíces de Moquegua. En cada rincón, en cada vestigio, esta ciudad nos invita a sumergirnos en su historia, en sus paisajes, en su esencia que perdura a través de los siglos.

Catarata Mollesaja

En las proximidades del cerro Baúl, Moquegua revela un tesoro escondido para los amantes de la naturaleza y la aventura: la catarata Mollesaja. Este rincón paradisiaco, donde las aguas fluyen con una pasión renovadora, invita a los excursionistas a recorrer una ruta rocosa que culmina en la majestuosidad de esta caída de agua.

Geoglifos de Chen Chen

A 1.5 kilómetros al sureste de la ciudad de Moquegua, tras el cerro Chen Chen en la ruta hacia Toquepala, los geoglifos de Chen Chen cuentan la historia de la llegada de la civilización Tiahuanaco a la región entre los años 700 y 950 d.C. Estos misteriosos trazos en la tierra despiertan la curiosidad de quienes buscan explorar las raíces ancestrales de Moquegua.

Samegua

A solo 5 kilómetros de Moquegua, Samegua se erige como el hogar de las paltas más sabrosas del Perú. Sus numerosos huertos y paisajes naturales pintan un escenario agradable y colorido. La festividad de la Virgen de la Inmaculada Concepción, celebrada el 8 de diciembre, ilumina este distrito con tradiciones y alegría.

Ruta del Pisco

Conocida como la «Capital de los dulces y piscos», Moquegua despliega la Ruta del Pisco, un circuito turístico que destaca la producción de pisco y vino. En la Casa de la Cultura Moqueguana, una histórica tinaja roja de 1540 atestigua el legado vitivinícola de la región. Cuatro bodegas, entre ellas El Mocho, Rayito de Sol, Atencio Tapia y Biondi, algunas de origen colonial, revelan la persistencia de la producción tradicional del pisco, la bebida insignia del país.

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