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Conoce el súper Tarwi Masacanchino, nueva variedad creada por INIA que nutre y rinde más

Leguminosa generada tras 8 años de investigación aporta 46 % de proteína, resiste plagas y rinde 1,800 kg. por ha.

Los agricultores de la sierra central del Perú, en especial del Valle del Mantaro, están siendo testigos directos de los formidables atributos del “Tarwi Masacanchino”, variedad de esta leguminosa oriunda del Perú, considerada un superalimento y desarrollada por el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), que destaca por su alto valor genético, nutricional, rendimiento productivo y excelente resistencia a las plagas.

El ingeniero agrónomo Ángel Pérez Ávila, especialista en cultivos andinos e investigador del Programa Nacional de Cereales, Granos Andinos y Leguminosas del INIA, dio a conocer en entrevista con la Agencia de Noticias Andina que esta nueva variedad de Tarwi INIA 445 – Masacanchino demandó ocho años y medio de estudio antes de su lanzamiento en julio de 2021.

Atributos del tarwi Masacanchino

Esta nueva variedad surgió a partir de un ecotipo originario de la localidad de Masacancha, en el distrito de Vilcabamba, provincia cusqueña de La Convención. La investigación desarrollada por el equipo de científicos liderados por el ingeniero Ángel Pérez Ávila, en la Estación Experimental Agraria Santa Ana del INIA, ubicada en la provincia de Huancayo, región Junín, generó una variedad que destaca por su valor genético y calidad certificada.

Entre los principales atributos del Tarwi INIA 445 – Masacanchino figura la mayor calidad nutricional, con un aporte de 46.3% de proteínas y 7.3% de fibra, con lo cual supera a otras variedades de este superalimento peruano e incluso de otras leguminosas como la soya, resaltó Pérez Ávila.

También remarcó su alto rendimiento productivo de hasta 1.8 toneladas o 1,800 kilos por hectárea, superando a otras variedades que solo llegan a 1.5 toneladas. Este mayor rendimiento se traduce en un incremento de 99.3% en la rentabilidad económica de los pequeños y medianos productores altoandinos.

Asimismo, esta variedad requiere de menor cantidad de agua para su crecimiento, entre los 2,000 y 3,800 metros sobre el nivel del mar. También tiene un menor periodo vegetativo, siendo de solo seis meses y medio, a diferencia de las otras variedades que requieren nueve a diez meses. Además de su nutritivo fruto, este cultivo se caracteriza por sus flores de color azulado.

Un aspecto importante que convierte al Tarwi INIA 445 – Masacanchino en un cultivo estelar es que posee una excelente resistencia a enfermedades y plagas de hongos como la roya amarilla, el Uromyces Lupinicolus, el Fusarium sp. y anthracnosis sp., por lo que su manejo agronómico no requiere del uso de agroquímicos, favoreciendo un crecimiento de calidad y mejor costo de inversión en favor del agricultor.

Parcelas demostrativas

Pérez Ávila sostuvo que para la generación de esta nueva variedad de tarwi se realizaron pruebas de adaptación, ensayos de rendimiento y reacción a enfermedades, tanto en campo de agricultores como en parcelas de adaptación y eficiencia (comprobación) que permitieron realizar la validación técnica y económica.

“A través del área de transferencia de tecnología del INIA hemos instalado parcelas demostrativas desde el lanzamiento de esta nueva variedad de tarwi, en el Valle del Mantaro y la zona norte de Huancavelica y hemos comprobado que funciona muy bien”, aseveró el investigador del INIA.

Indicó que, por todos estos atributos, el Tarwi Masacanchino brinda una producción con calidad de grano, sanidad y buen rendimiento, convirtiéndolo en una buena alternativa tecnológica para que los agricultores y la actividad agroindustrial puedan mejorar su producción agrícola, contribuyendo al desarrollo de la agricultura familiar.

Refirió que, en esta temporada de siembra de leguminosas, entre ellas el tarwi, se está sembrando en zonas como el distrito de Acolla, en la provincia de Jauja, ubicada a 3,465 metros sobre el nivel del mar.

Recordó que en la medida que se avanza en altitud se debe sembrar con mayor anticipación debido a que es más lento el periodo vegetativo o de germinación de la semilla, a fin de tener desarrollados los cultivos y listos para la cosecha antes que llegue la temporada de heladas, alrededor del mes de abril.

Un desafío que están enfrentando los agricultores desde la campaña agrícola de 2021 es la escasez de lluvias, provocadas al parecer por la presencia del fenómeno La Niña en el Perú. Sin embargo, se están aplicando medidas de mitigación tecnológica como sistemas riego por goteo para lograr que germinen las semillas y crezcan los cultivos según lo esperado.

Además, como parte de la capacitación y transferencia tecnológica que brinda el INIA a los agricultores, se les está enseñando la importancia de preparar adecuadamente el terreno de cultivo para lograr el alto rendimiento deseado. “Hay que evitar la labranza mínima y el uso como rotación de cultivo, porque se desconoce que al cultivar leguminosas como el tarwi se está enriqueciendo el terreno con nitrógeno. Si se prepara el terreno se crea las condiciones ideales para lograr el mejor desenvolvimiento del cultivo”, anotó.

El investigador del INIA comentó que, además de la sierra central, existen requerimientos de semillas de Tarwi Masacanchino por parte de los productores de la sierra norte (Áncash, La Libertad y Cajamarca) donde se cultiva mucho esta leguminosa.

“Como es el primer año de la liberación de esta nueva variedad de tarwi no se tuvo la cantidad de semillas suficientes para atender la demanda de los productores. Sin embargo, este año ya se cuenta con la cantidad de semillas para atender primero a los agricultores de la sierra central y luego a los de la sierra norte.

Otras variedades de tarwi

Pérez Ávila refirió que, además del Tarwi Masacanchino, el Programa Nacional de Cereales, Granos Andinos y Leguminosas del INIA generó y lanzó anteriormente la variedad de tarwi bautizada como Andenes 90, originaria de Cusco y también de alto valor genético, que fue el resultado de una investigación que duró alrededor de nueve años.

El investigador del INIA adelantó que actualmente se está investigando en tres ecotipos a partir de accesiones, solicitadas al banco de germoplasma que posee el INIA en Huancayo, así como de ejemplares colectados por el Programa Nacional de Cereales, Granos Andinos y Leguminosas, en diferentes localidades.

“Estamos en la etapa de adaptación y eficiencia con los ecotipos seleccionados, fase requerida por el Senasa de acuerdo con la ley de sanidad, en seis localidades como mínimo. El año pasado intervenimos en tres localidades y este año incorporamos otras tres localidades”, dijo.

Indicó que hasta ahora los tres ecotipos vienen dando buenos resultados y si todo marcha bien con la respuesta en las tres localidades en las que se está trabajando actualmente, se podrá liberar y presentar en sociedad, luego de nueve años de investigación, las tres nuevas variedades de tarwi en para la campaña agrícola del año 2024.

Además de estos ecotipos de tarwi, el Programa Nacional de Cereales, Granos Andinos y Leguminosas del INIA trabaja con ecotipos de haba, quinua, trigo y cebada con miras a generar nuevas variedades para el mercado interno y externo, pero principalmente para la seguridad alimentaria de más de 258,000 unidades agropecuarias del país que se dedican al cultivo de estas y otras especies.

Equipo de investigación

El ingeniero Ángel Pérez refirió que su equipo de investigación está conformado por los técnicos Javier Ríos Vásquez y Tania Laura Páucar Prosopio, quienes laboran en la Estación Experimental Santa Ana del INIA, ubicada en la provincia de Huancayo, región Junín.

En las investigaciones del INIA se tiene como aliados estratégicos a los agricultores, universidades e instituciones públicas y privadas, con quienes se comparte los conocimientos, experiencia, capacitación en técnicas e innovaciones tecnológicas, así como la formación de líderes para lograr avances importantes para la seguridad alimentaria del país, aseveró finalmente.

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