Por Luis Zuta Dávila
Un asentamiento que fue ocupado hace al menos 7,000 años, aproximadamente, por pescadores y recolectores en cercanías de Puerto Malabrigo, en el distrito de Rázuri, ubicado al norte del valle de Chicama, provincia de Ascope, región La Libertad, acaba de ser descubierto por un equipo del Programa Arqueológico Chicama.
Así lo reveló en exclusiva a la Agencia de Noticias Andina el arqueólogo Henry Tantaleán, quien dirige el Programa Arqueológico Chicama, auspiciado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y el Instituto Peruano de Estudios Arqueológicos, y aprobado por el Ministerio de Cultura.
Tantaleán dio a conocer que este asentamiento humano, ubicado en la zona de playa llamada El Cascajal, fue identificado el año pasado, pero recién este 2023 se decidió iniciar las excavaciones arqueológicas para conocer la valiosa información sobre sus ancestrales ocupantes, la que ha permanecido oculta por miles de años.
“Este lugar estuvo orientado a la práctica pesquera de peces y mariscos. También se aprovecharon los recursos provistos por los humedales existentes en la zona y por el río que desemboca cerca del asentamiento humano. Se trata de una zona con una diversidad ecológica muy interesante”, afirmó.
Pescadores y recolectores precerámicos
El investigador precisó en primer término que este lugar, bastante alejado de zonas urbanas, lo que ha permitido su conservación a lo largo del tiempo, fue ocupado por pescadores semi sedentarios que no llegaron a producir cerámica, aunque sí objetos líticos y conocieron el algodón. “Se trata de un sitio precerámico ubicado a unos 500 metros de la playa. En las excavaciones no hemos encontrado ningún objeto de cerámica, pero sí objetos de piedra y de cordel de pesca hecho de algodón”, mencionó.
Refirió que, en la década de 1970, un equipo de arqueólogos liderado por el francés Claude Chauchat, descubrió sitios del Paijanense, un asentamiento de peruanos ancestrales con una antigüedad incluso mayor que la que acaba de descubrir el Programa Arqueológico Chicama, estimada en 12,000 años antes de Cristo.
Los habitantes semi sedentarios de Rázuri ocuparon el espacio para realizar su actividad pesquera y de recolección de vegetales, procesamiento de alimentos y estuvieron en proceso de sedentarizarse. “Se trata de campamentos al aire libre donde sus ocupantes utilizaron fogones hechos con piedras de playa donde cocían sus alimentos. Evidencia de ello es que hemos encontrado evidencias de gran cantidad de peces”, dijo.
Tantaleán detalló que entre los hallazgos iniciales encontrados en las zonas de excavación denominadas “El Cascajal I” y “El Cascajal II” figuran restos de peces y mariscos capturados cerca de la orilla como conchas de abanico, “palabritas”; recursos hidrobiológicos de peña como el choro; y especies de alta mar como el toyo. Asimismo, se encontró restos de troncos y madera procedente del humedal cercano al asentamiento de pescadores.
Otro aspecto muy importante es la evidencia de que estos antiguos peruanos ya conocían el algodón nativo, porque hemos encontrado hilos de algodón que habrían sido utilizados para pescar con anzuelo. “Se trata de grupos sociales vinculados estrechamente a la playa y al humedal y que eran precerámicos porque la cerámica aparece en el Perú 2,000 años antes de Cristo”, expresó.
“En las excavaciones que hemos realizado no hemos encontrado ninguna pieza de cerámica, pero sí hemos notado que manejaban una tecnología para procesar las piedras y hacer, por ejemplo, cuchillos u otras herramientas similares que sean útiles para cortar la carne, abrir los mariscos, entre otras actividades domésticas”, apostilló.
El arqueólogo dijo que es probable que este asentamiento de antiguos peruanos en Rázuri haya sido contemporáneo con el sitio de Huaca Prieta, ubicado cerca del complejo arqueológico El Brujo, en la región La Libertad, que registra ocupaciones a lo largo de 10,000 años.
“En esa época no existían aldeas como tal. Son pequeños grupos de 30 o 40 personas que habitaron estas zonas de manera estacional en función de la disponibilidad de los alimentos. Son grupos trashumantes que viajaban a lo largo del paisaje en estas zonas aprovechando las posibilidades de subsistencia, tanto del mar como de las lomas y del humedal”, enfatizó Tantaleán.
De momento no se han encontrado restos humanos en El Cascajal, dijo el arqueólogo, aunque no descartó esa posibilidad. “Son básicamente casas temporales que eran ocupadas por algún tiempo y luego sus ocupantes se trasladaban hacia otras zonas”, expresó.
Potencialidad del sitio y trabajo a futuro
Con estas excavaciones y hallazgos iniciales los investigadores del Programa Arqueológico Chicama están conociendo la potencialidad del sitio, las evidencias contenidas dentro de “El Cascajal I” y “El Cascajal II”, durante un periodo de dos semanas.
“La idea es que, más adelante, sigamos expandiendo las excavaciones y conociendo más evidencias. Las muestras de carbón vegetal que tomaremos serán enviadas a laboratorios especializados en fechado de carbono para tener precisada la fecha de antigüedad de este asentamiento humano”, anotó.
Asimismo, se analizarán las evidencias orgánicas encontradas correspondientes a vértebras y espinas de pescado, conchas marinas de diverso tamaño, caracoles de lomas y vegetación como arbustos, gramíneas de los humedales y algodón nativo, fibra que evidencia su uso en Perú desde tiempos ancestrales.
Equipo de investigación
El equipo de arqueólogos que está realizando las excavaciones y la investigación en el distrito de Rázuri está liderado por la estudiante Inés Uribe, quien con este estudio sustentará su tesis para licenciatura en Arqueología en la UNMSM. A ella se suman los arqueólogos Henry Tantaleán, Carito Tavera Medina, José Román y Mauricio Gastello.
Continuación de otros trabajos en Chicama
Tantaleán refirió que este hallazgo representa una continuación de otros trabajos que el Programa Arqueológico Chicama viene realizando desde hace tres años en el valle de Chicama. Uno de ellos permitió el descubrimiento, en setiembre de 2022, de un centro urbano de artesanos especializados en cerámica y orfebrería al servicio de la élite mochica, ubicado en el sitio arqueológico Licapa II.