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Un año de pandemia: “me costó adaptarme a la educación virtual…pero lo logré”

Docente de escuela pública Silvia Ochoa cuenta que sus hijos y los propios estudiantes la ayudaron en el proceso.



Por Rocío Rojas

El 2020 ha sido el año más retador en la carrera de la profesora Silvia Ochoa Rúa: tuvo que aprender herramientas digitales para reemplazar el aula por la pantalla del computador, ha tenido que “dividirse” en dos para cuidar a sus hijos y a sus padres en distintas casas y ha soportado el dolor de la desaparición de algunos colegas a causa del covid-19.

De voz dulce y entusiasmo contagiante, a la docente del curso Educación para el Trabajo del colegio Nuestra Señora de Lourdes, en Surquillo, nunca le faltaron sus papelotes, dibujos o imágenes en power point durante sus clases presenciales. Sin embargo, al igual que muchos de sus colegas, el temor de no manejar otros programas digitales la invadió al principio de la pandemia.

“Tengo 21 años de docente y todo este tiempo de pandemia ha sido lo más retador. Aunque manejaba la computadora para mis clases, tenía que aprender mucho más. Pero felizmente el director Roberto Ruiz nos apoyó mucho para que seamos asesorados”, comentó.

En el aprendizaje hubo muchos actores, entre ellos los programas de ayuda para profesores de la plataforma Perú Educa del Ministerio de Educación, tutoriales de Youtube, sus hijos y los propios estudiantes. “’No, así no profesora’, ‘ahora está bien’ ‘¡bien, lo logró!’, recuerda que fueron algunos comentarios de los alumnos cuando estrenaba la clase en un nuevo formato digital.

Concurso virtual

Al ver que poco a poco los docentes iban adaptándose a la virtualidad, la dirección del plantel fijaba nuevos retos, uno de los cuales fue organizar un concurso virtual de emprendimiento que convocó a varios docentes, entre ellos Ochoa Rúa. “Pensamos que iba a ser imposible. En presencial lo habíamos hecho y ahora se quería repetir tal cual en virtual”.

Sin embargo, gracias al entusiasmo y compromiso de los docentes, los alumnos de Educación para el Trabajo de secundaria llegaron a presentar diversos emprendimientos, como un chocolate casero, una crema de manos con productos naturales, un jabón natural y hasta un juego didáctico denominado “Rompe pandemia”, entre otros.

“Se publicaron las bases, se inscribieron y cada grupo presentó su proyecto. La premiación se transmitió en vivo por Microsoft Teams. Al final, premiamos a los ganadores: el primer puesto se llevó un celular, el segundo unos audífonos y el tercer puesto 30 soles de megas de Internet. Todo autofinanciado con el bolsillo de los docentes. Fue una experiencia increíble”.

Paralelamente a este esfuerzo diario por hacer clases más divertidas y creativas, en plataformas digitales nuevas, la profesora Silvia Ochoa cumplía otro reto: el cuidado de sus padres, con los que se quedaba toda la semana en el Cercado de Lima. Los fines de semana regresaba a San Juan de Lurigancho, donde vive con sus dos hijos.

“Hasta ahora tengo esa rutina y en verdad estoy cansada de estar yendo y viniendo, pero me pongo fuerte. Esto es sobrevivencia, debemos agradecer a Dios de tener un día más de vida.  Además, uno de los principios que me han enseñado mis padres es ser profesionales, ser respetuosos en lo que hacemos y cumplir los compromisos”.

Nuevos desafíos



En la medida en que iba logrando adaptarse a la virtualidad, se le encomendó otro desafío más: enseñar el curso de Tutoría, también para secundaria. “Y allí me pareció difícil porque no solo quería que los estudiantes escuchen mi voz, me preguntaba cómo ellos podrían tener más contacto conmigo”.

Poco a poco se fueron incorporando a su léxico palabras como Filmora, programa para edición de videos, Powtoon para presentaciones animadas, Publisher para elaborar trípticos o gráficos, entre otros.

En uno de los videos que grabó en su cuenta de Youtube, sorprendió a sus estudiantes haciendo una imitación de Pau Donés en medio de la carretera mientras cantaba “Bonito”, una de las más famosas canciones de Jarabe de Palo. Era un divertido preámbulo para empezar la clase de autoestima.

“Los mismos estudiantes se dan cuenta cuando te esfuerzas. Muchos me decían ‘me hiciste reír con tu baile’. Para algunos puede ser ridículo, pero logré su interés y ese era el objetivo. La atención de los chicos dura 15 o 20 minutos y de allí se va perdiendo, entonces teníamos que prender las cámaras, relajarnos, estirarnos y de allí retomábamos otro video”.

Su afán por hacer lo mejor posible sus clases la obligaba a trabajar incluso los fines de semana, solicitando a su vez el apoyo incondicional de sus hijos. “Yo soy bien minuciosa, armo mi guión punto por punto. Y como cada vez quería hacer algo diferente, mis hijos me decían ‘y ahora mamá con qué nos vas a venir’”.

Lo que el covid se llevó

De acuerdo con información oficial del Ministerio de Educación, 930 trabajadores del sector, entre docentes, auxiliares, trabajadores administrativos y otros funcionarios, han fallecido a causa del covid-19 hasta diciembre último. De ese total, 582 eran maestros y 28 auxiliares de educación.

Y aunque felizmente el coronavirus no ha tocado la puerta de su casa, la profesora Silvia Ochoa reconoce que evita las noticias relacionadas a la pandemia porque siente que le generan tristeza y le afectan la salud emocional.

“Hay mucha gente que está falleciendo. En mi colegio no ha habido docentes fallecidos, pero sí sus parejas, sus mamás, sus papás. En el chat de Educación para el Trabajo con otros docentes del país hay cinco que fallecieron recientemente. Es terrible”.

La virtualidad llegó para quedarse



Tras la experiencia vivida en el 2020, la profesora Ochoa considera que la virtualidad a futuro siempre deberá estar presente en la enseñanza y en la relación con los padres que familia que, por una u otra razón, no pueden acudir al colegio.

“La virtualidad llegó para quedarse, también la tendremos en el año escolar 2021 que se inicia hoy para los públicos. A futuro, se puede recurrir a ella en el asesoramiento y reforzamiento del alumno fuera de clases. Igualmente, los padres de familia que no pueden acudir porque están en el trabajo, podrían estar presente en las reuniones mediante el celular. Ya no hay pretexto”.

Con la misma seguridad de que ningún docente puede huir de la virtualidad, reafirma de manera categórica que los profesores son el elemento central en la educación.

“Así el colegio estuviera en la punta de un cerro, se puede enseñar y ser creativos. Tenemos que sacar nuestra vocación. Por ejemplo, si yo, como profesora de industrias alimentarias, tendría que cernir la harina y no tengo colador pues, como le digo estoy en la punta del cerro, debería encontrar otras formas de solución. Puedo incorporar la harina dentro de una bolsa, le incorporo aire y hago la liberación ¿no?”.

Para la docente, no hay nada imposible en la adaptación a la virtualidad. “Ello ha quedado claro el año pasado; el cambio costó, pero finalmente se hizo, por el bien de los estudiantes. Nosotros somos como sus segundos padres y no olvidemos que ellos también están pasando por momentos difíciles al no poder salir mucho”. 

“Contamos con las herramientas digitales, muchas son gratuitas, todo docente tiene habilidades, hay algunos que dicen no puedo…pero son pocos. Muchos, en cambio, avanzan. Tenemos que nutrirnos de esos cambios. Debemos seguir  estudiando, explorando. Tenemos muchas cosas.

Quién no tiene internet en su celular. Así como chateamos, buscamos, nos damos el tiempo de conversar, también podemos investigar otras herramientas que hay y son gratuitas”.

Fuente: Agencia Andina

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