Gracias a dos telescopios de rayos X de la NASA, algunos investigadores lograron observar el comportamiento errático de una estrella muerta que emitía ondas de radio. ¿A qué se debe esto?
Esta estrella emitía una breve y brillante ráfaga de ondas de radio, las cuales, aunque solo duran un segundo, pueden liberar tanta energía como el Sol en un año. Además, su luz forma un rayo láser que las distingue de otras explosiones cósmicas más caóticas.
Al ser tan breves, a menudo resulta difícil determinar su procedencia y antes del 2020, las únicas que se habían rastreado hasta su fuente se originaban fuera de nuestra galaxia, demasiado lejos como para que los astrónomos pudieran ver qué las creaba.
Esto cambió cuando, en nuestra galaxia, surgió una ráfaga de radio rápida originada por un objeto extremadamente denso llamado magnetar, los restos colapsados de una estrella.
Dos años después, en octubre del 2022, el mismo magnetar produjo otra ráfaga rápida de radio, la cual esta vez sí fue estudiada en detalle por el NICER (Explorador de Composición Interior de Estrellas de Neutrones) de la NASA. Los telescopios de la agencia observaron el magnetar durante horas, con el objetivo de ver lo que ocurría en la superficie y su entorno antes y después del rápido estallido de radio.
Según sus resultados, el estallido se produjo entre dos “glitches”, cuando el magnetar empezó a girar más rápido de repente. Se calcula que este tiene 20 km de diámetro y gira una 3,2 veces por segundo, lo que significa que su superficie se mueve a unos 11,000 km por hora, por lo que ralentizarlo o acelerarlo requeriría de una gran cantidad de energía. Por ello, los investigadores se sorprendieron enormemente al ver que el magnetar disminuía su velocidad a menos de la que antes de la falla en solo nueve horas.
¿Qué producen estas ráfagas?
Los especialistas de la NASA a cargo de este suceso tienen diversas variables que considerar a la hora de empezar su investigación sobre el origen de estas ráfagas.
Por ejemplo, los magnetares son tan densos que una cucharadita de su material pesaría unos mil millones de toneladas en la Tierra. Una alta densidad también significa una fuerte atracción gravitatoria y esto hace de la superficie del magnetar un lugar volátil que libera, regularmente, ráfagas de rayos x y luz de alta energía.
Antes de la ráfaga de radio rápida que se produjo en el 2022, el magnetar comenzó a liberar erupciones de rayos X y rayos gamma que se observaron en la visión periférica de los telescopios espaciales de alta energía.
Otra de las teorías que manejan los investigadores como origen de estas ráfagas, es que, al ser el exterior del magnetar sólido y teniendo en cuenta la alta densidad, es posible que ésta aplaste el interior en un estado llamado superfluido. Ocasionalmente, ambos pueden desincronizarse, como el agua que chapotea en una pecera giratoria. Cuando esto ocurre, el fluido puede suministrar energía a la corteza y se cree que esto es lo que probablemente causó los dos fallos.
Si el fallo inicial debido a la desincronización provocó una grieta en la superficie del magnetar, entonces se podría haber liberado material del interior de la estrella al espacio. Esto hubiera explicado no solo la ráfaga, sino también la ralentización, ya que la pérdida de masa hace que los objetos giratorios se ralenticen.
Lamentablemente, el hecho de haber observado tan solo uno de estos fenómenos en tiempo real no permite que el equipo pueda asegurar cuál de estos factores podría conducir a la producción de una ráfaga de radio rápida. Sin embargo, la existencia de este magnetar en nuestra galaxia permite que se pueda estudiar en un futuro, lo que dará las respuestas también a esas ráfagas que se detectan desde el espacio profundo.