El jueves 6 de julio celebramos el Día del Maestro en el Perú, en esta oportunidad queremos rendir homenaje a los docentes que tienen que dejar a sus familias y viajar a las comunidades más remotas del país para cumplir con su deber de llevar la educación a todos los peruanos sin excepción, a costa de grandes privaciones.
Esta historia tiene un nombre, Lastenia Meléndez Dávila, una profesora del Pucallpa, con 38 años de experiencia, que debe viajar seis días por vía fluvial, para llegar hasta la comunidad asháninka de Alto Tamaya-Saweto, en la frontera con Brasil, donde funciona la institución educativa 1780642, en el distrito de Masisea.
Como nos cuenta por el hilo telefónico, ella y otros cinco docentes en su misma situación deben permanecer en la comunidad por cuatro o cinco meses, y retornar solo en julio y diciembre a Pucallpa para reencontrarse con sus familias.
Cada ida y venida implica seis días de viaje por el río, y en el verano, al comienzo del año escolar, deben pernoctar en la playa, porque solo pueden ser trasladados hasta determinado punto, y deben esperar naves más pequeñas que los lleven a su destino.
La profesora Lastenia dicta el curso de matemáticas, cuenta con 30 alumnos entre los 12 y 19 años, en diferentes grados de enseñanza, y tiene tres años trabajando en esa localidad.
Cuenta que siempre trabajó en la ciudad y que si bien al principio se mostraba reacia a ir tan lejos, al final la vocación pudo más, porque como ella misma lo dice: “Aquí, en Saweto, me necesitan más que en la ciudad”.
Al rescate de los jóvenes
Pero su trabajo no es nada fácil. Cuando llegó en el 2020 se encontró con pocos alumnos; en el 2021 la cifra subió a 24; en el 2022, a 27; y este año tienen 30 escolares, de casi medio centenar de jóvenes en edad escolar que viven en el poblado.
Su competencia, la pobreza. Saweto es una comunidad de extrema pobreza, y ahí los jóvenes son tempranamente seducidos (13, 14 años) por los extractores de madera, que les ofrecen trabajo y sueldo que llevar a sus casas, así que dejan fácilmente la escuela.
Al principio el tema es apoyar la economía familiar, pero después, cuando el dinero ya les da independencia y se pueden comprar zapatillas y ropa, ya resulta más complicado volver a las aulas.
Así que Lastenia se siente contenta que 30 jóvenes y sus familias, en medio de las dificultades económicas, hayan elegido su apuesta por la educación para salir adelante, y mejorar sus vidas y su comunidad.
“Para nosotros es una alegría rescatar a los jóvenes, que mayormente acá vienen personas que trabajan en la extracción de la madera, y los llevan a los jovencitos de 13 a 14 años a trabajar, y ellos dejan de estudiar. Esa es nuestra lucha constante para que los jóvenes se preparen, estudien, para que tengan una profesión”, nos dice.
En la comunidad de Alto Tamaya-Saweto se imparte el modelo de servicio educativo secundaria tutorial, que precisamente es especial para trabajar con escolares que se encuentran en lugares lejanos.
Visita a las familias
La profesora nos cuenta que en líneas generales es un modelo igual a la Educación Básica Regular, con la diferencia de que es mixto: tres días de clases presenciales en el aula, o núcleo, como le llaman en esta zona, y dos días a distancia.
No, no hablamos de internet y computadoras, cosa que además no existen en Saweto. En esos dos días los docentes van a las viviendas de los escolares, a trabajar con ellos de manera personal, pero siempre con la supervisión de los padres, generalmente la madre.
La relación con los padres de familia también es un tema por destacar. Cada vez, como lo demuestra el número de escolares, los padres toman conciencia de la educación de sus hijos, y se han convertido en promotores de ellas, socios del trabajo de los docentes.
Para terminar, Lastenia hace un llamado al Estado a generar más oportunidad de educación superior en las zonas de frontera, especialmente en la Amazonia, pera que los jóvenes que con tanto sacrificio terminan su secundaria, puedan seguir sus estudios en carreras técnicas o universitarias.