En la comunidad rural de Tunuhuire Chico, ubicada a 12 kilómetros al sur de la ciudad de Puno, se vive una de las mejores experiencias de turismo vivencial y comunitario. Y ello gracias a sus guardianes de la sabiduría ancestral aimara llamados Yatiri, personajes emblemáticos que constituyen la memoria viviente de la historia y cultura de su comunidad.
Uno de estos Yatiri es don Tiburcio, quien a sus 73 años irradia una contagiante jovialidad y energía que se expresan en sus roles combinados de custodio de la historia, la comunicación con los apus o dioses tutelares, los secretos de la lectura de las hojas de coca, la detección y el tratamiento de enfermedades. Por ello está acreditado como “Guardián del Patrimonio Cultural de Tunuhuire Chico”.
También es un eximio agricultor en una tierra fértil para el cultivo de cebollas, zanahorias y plantas medicinales como la valeriana roja y blanca, cuyo manejo fue aprendido de su padre y abuelos. Y si esto parece mucho para un adulto mayor, don Tiburcio es, además, un preclaro artesano y confeccionista de vestuarios típicos de Tunuhuire Chico y de Ichu, el centro poblado al que pertenece su comunidad rural, los cuales lucen con orgullo sus paisanos. Sobre todo en celebraciones costumbristas como la festividad de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio.
En efecto, la vestimenta que distingue a los varones de Tunuhuire Chico y de Ichu es el saco y pantalón tejidos con lana de oveja, de color negro; la camisa de algodón blanco; todo ello contrasta con el colorido del gorro, el cinturón y la alforja.
La tenida se completa con un sombrero pequeño de color negro o blanco, hecho en horma de lana de oveja finamente trabajado y acabado con una cinta multicolor también de lana; y finalmente el uso de las tradicionales “ojotas”, especie de sandalia hecha de jebe de neumático e indispensable para caminar y realizar las labores agrícolas diarias.
La sordera parcial de don Tiburcio no le dificulta cumplir sus labores cotidianas que disfruta a cabalidad, en especial la de mantener vivas las costumbres y tradiciones de su ancestral comunidad. Y recibe siempre con una sonrisa a los turistas que poco a poco retornan a Puno, a Tunuhuire Chico y al Centro Ceremonial Inka Tunuhuire que allí se encuentra y que ha sido recuperado por la comunidad para apostar por el turismo vivencial y rural comunitario.
Este lugar destaca como un espacio primordial para la reactivación turística luego del duro golpe al sector propinado por la pandemia del covid-19. Y su ubicación privilegiada entre el mítico lago Titicaca, el tramo del Camino Inca o Qhapaq Ñan, y el bosque de piedras de Jayllihuaya, así como su proximidad a la ciudad de Puno, contribuyen sin duda a ese propósito.
El Centro Ceremonial Inka Tunuhuire forma parte del proyecto Qhapaq Ñan, un proyecto implementado en Perú, Bolivia y Ecuador por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con financiamiento de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS).
En Perú se busca fortalecer el turismo comunitario a través de emprendimientos turísticos alrededor de la ruta del Qhapaq Ñan. Estos emprendimientos han sido creados junto con las comunidades identificando las potencialidades de su territorio, preservando los valores patrimoniales asociados a la ruta del camino inca y construyendo desarrollo para su población.
La vitalidad que demuestran don Tiburcio y otros Yatiri de Tunhuire Chico en sus labores cotidianas contagian a los visitantes que empiezan a asomarse por ese hermoso destino que conserva, gracias a ellos y a toda su comunidad, uno de los legados más representativos de la cultura aimara, una de las más antiguas y culturalmente prodigiosas de los Andes peruanos.